" GONZALO TORRE AZNEN, despertado bruscamente por culpa de un profundo bache, pone vertical el respaldo de su asiento y mira distraídamente su reloj. Advierte haber dormido de un tirón casi dos horas y soñado - algo que no le sucede desde hace años - con Natalia, su mujer, de la que se encuentra amistosamente separado".
Así comienza La buena muerte, finalista premio Planeta 1976
Para la literatura actual, el nombre de Alfonso Grosso es tan desconocido como los misterios de Pentecostés.
Su obra ha corrido un destino que ni aquellos que le amenazaban de muerte en los años sesenta hubiesen imaginado: la mayoría está perdida para la lectura, solo recuperada en estudios y tesis doctorales. A menos que se tenga suerte en las librerías de segunda mano, es difícil hacerse con un ejemplar de sus novelas, en el pasado tan celebradas. Unas, por la crítica, otras, por el público.
Su camino siempre fue el más difícil, el que se hace solo, acompañado de una portentosa voz para la literatura.
CIF: | 51657830Z |
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