DOCUMENTO MANUSCRITO: NOMBRAMIENTO DE FAMILIAR DEL SANTO OFICIO. Inquisición de Mallorca. Año 1601.

MANUSCRITO INQUISICION MALLORCA Alcudia (Mallorca): 1610. Gran formato: 43 x 31 cm. Papel de hilo con filigrana. Marcas de pliegues. Caligrafía muy legible. Sello en flor con poco detalle. Pequeños desperfectos en zona central de pliegue. No impide lectura. Se presenta en carpetilla de papel de barba con título manuscrito en plano. El título de Familiar del Santo Oficio se daba al acompañante y salvaguarda de los Inquisidores, y es considerado como miembro de su propia familia, de ahí el nombre. Con la creación de la Inquisición moderna, el familiar estaba vinculado a la Institución Inquisitorial, aumentando sus privilegios y funciones, y desarrollando su actividad dentro de los límites del Tribunal. La admisión del Familiar se formalizaba recibiendo el Título de Familiatura (como el que ofrecemos) y realizando el juramento de lealtad ante los inquisidores del Tribunal en una ceremonia privada. Para ser Familiar se exigían una serie de requisitos que perfilan al oficial ideal, pero que se contradicen con la realidad en bastantes ocasiones: acreditar la limpieza de sangre, ejemplaridad de vida, no realizar oficios considerados de baja clase (como carnicero, cortador, zapatero, pastelero, cordonero, cocinero, sastre, herrero...), ni actividades comerciales, ser hijo legítimo, mayor de 25 años, no ser clérigo, ni extranjero y vivir con honestidad. A cambio, además de beneficios espirituales recibía importantes privilegios y atribuciones: puede llevar armas ofensivas y defensivas, se le exime total o parcialmente de los gastos de guerra (hasta mediados del siglo XVII), y sobre todo participa de la jurisdicción inquisitorial, motivo de frecuentes enfrentamientos entre las Cortes y el Santo Oficio. Su principal misión y competencia se definía en el hecho de ser el intermediario entre el Tribunal y la población, detectando la herejía. Recibía testificaciones de encausados en presencia del notario, vigilaba a sospechosos, detenía herejes, trasladaba los reos a las cárceles del Santo Oficio, colaboraba en las revisiones e inspecciones a establecimientos de cualquier tipo -principalmente las librerías-, colaboraba en la supervisión del comercio exterior y la saca de caballos, controlaba los sambenitos e incluso algunos preceptos de la Iglesia, y participaba en los actos religiosos y del Santo Oficio, principalmente en los Autos de Fe. Su estatus socioeconómico es en general muy desahogado, y gran parte pertenecían a la nobleza o tenían algún cargo relevante, hombres de leyes y de ciencia. Es a un tiempo odiado y admirado, rechazado y temido, acusador y acusado. Servidor de la Fe, se inmiscuye en todos los aspectos de la vida social, gozando de una preeminencia singular, y siendo en numerosas ocasiones motivo de discordia, enfrentamiento y alteración social dentro de su entorno.